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El Valle no se detiene

miércoles, 8 de noviembre de 2023

HECTOR ARANGO Y SUS INOLVIDABLES ALEGRES ATÓMICOS. Por el Historiador Diego Antonio Carvajal Peña

Los Alegres Atómicos, dirigidos por el Surdo Morales

 La juventud contestataria, que se hizo visible durante la década de 1960, abarcó todos los espacios del saber y de las manifestaciones culturales que habían sido un refugio de las personas mayores. Recordamos que las famosas retretas en el atrio del templo de Nuestra Señora de Chiquinquirá eran dirigidas por excelentes músicos ya entrados en años, lo mismo que los desfiles patrios y procesiones de Semana Santa. De pronto, en el panorama nacional surgieron conjuntos integrados por jóvenes que fueron dejando de lado el concepto de nuestros padres: “todo músico es un borrachín”. A partir de ese momento la actividad musical se convirtió en una profesión, en una forma de vida y en la manifestación cultural de toda una nación. Los Bobby Soxers de Cali y Los Golden Boys y Los Teen Agers de Medellín llenaron con sus canciones las emisoras, que crecían en número y los bailaderos, que se hacían populares en todas las ciudades. El ánimo musical se disparó en El Cerrito con la inauguración del Hotel Club El Paraíso en el año de 1958, inicialmente el grupo musical que animó las vespertinas bailables era el Conjunto Popular, dirigido por Antonio Núñez (El Maestro Bandola), Saúl Salcedo, Paulo Latorre y Gerardo Hernández (Palillo), como cantante. Con el auge de los conjuntos juveniles se organizaron en El Cerrito “Los Atómicos”, que más tarde se conocerían como “Los Alegres Atómicos”. En su mayoría eran estudiantes del colegio Jorge Isaacs o habían pasado por sus aulas, algunos descendientes de músicos virtuosos de la municipalidad. Su presentación en sociedad fue un acontecimiento histórico, puesto que venían a reemplazar en la tarima del Hotel Club a unos intérpretes consagrados por varias generaciones. La pista del lugar se llenó de visitantes (turistas) y de muchachos que querían socializar otra manera de diversión en establecimiento público, debido a que la mayoría de los bailes de la época se hacían en los hogares. La fama de Los Alegres Atómicos atrajo el interés de diferentes ciudades para animar sus festividades. Desde las exigentes celebraciones de Cali y Buenaventura, hasta las más alejadas de la geografía Vallecaucana contaron con la musicalidad de esta banda. Hoy, el alma gozosa de nuestro amigo Héctor Arango recorre con su bajo cada uno de los escenarios donde fueron aplaudidos a rabiar por un público que reconoció su capacidad interpretativa. Amigo, te sobra el buen viento y el rumor de tus canciones para llegar a disfrutar de las profundidades del universo.

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